Hace un par de meses habría sido imposible predecir lo que le sucedió en la noche del 23 de enero de 2015, a Larry Hernández.
Sin embargo, en una muestra más de la lealtad del público hispano, en especial de los mexicanos y medico-americanos en Estados Unidos, el rey del narcocorrido cumplió su sueño de cantar en el prestigioso Microsoft Theatre de la Ciudad de Los Ángeles. Algo que solo los grandes logran.
Hernández sorteó un automóvil, llevó mariachis a escena y hasta les dio serenatas a las mujeres que le apoyaron incondicionalmente. Su madre y su mujer. Entre sus invitados estuvieron Luis Coronel y Diana Reyes. Fue una noche inolvidable.
Aquí sus mejores momentos:
El que Larry Hernández se presentara en el Microsoft Theatre ha sorprendido a los que no entienden bien cómo se maneja el público Mexico-Americano, que ama a los que triunfan, pero siguen siendo de La Raza, y los que se caen, pero se levantan.
El 25 de septiembre de 2015, Larry Hernández sintió que se acababa su vida. Agentes de la oficina del Sherrif del condado californiano de San Bernardino le detuvieron, cuando se encontraba a punto de abordar un avión vía Denver, respondiendo a un pedido de extradición desde Carolina del Norte, donde se le acusaba de asalto agraviado y secuestro
Hernández, nacido en Estados Unidos de padres mexicanos, pasó casi un mes en la cárcel, mientras llegaba Newbury, el poblado donde habría golpeado y secuestrado a un hombre, para que un organizador de conciertos le pagara el dinero convenido por su presentación.
En un manejo del público y de los medios que debería convertirse en la Biblia de cualquiera que le interese entender al mercado hispano, Hernández ha resurgido más fuerte que nunca -aunque el caso sigue pendiente- con el anuncio de que grabara una quinta temporada de su reality Larrymanía (NBC Universo) y el exitazo en el Microsoft (antiguo Nokia). Pocos artistas medico-americanos consiguen llegar a pisar ese escenario.
#YoSigoPorMiGente fue el hashtag que Hernández usó en las redes sociales desde que salió de prisión en libertad condicional. Su gente le agradece el detallazo. Ahí está el truco, complicidad y obviamente no rajarse.