En mi país a la calabaza le decimos auyama —Me dicen que también se usa ese término en Puerto Rico y la República Dominicana por lo que los linguistas le dan origen Carib o Taíno — y aunque es fácil pensar que las calabazas son dominio de los “anglo” con sus pumpkins por todos lados en esta época del año, lo cierto es que en el Caribe hacemos de todo con la auyama. ¡Hasta mermelada!
Yo tengo dos formas preferidas de comer la auyama. Una dulce y otra salada. Las dos son mucho más que una receta o un buen platillo. Son sabores que me dan paz. Por eso cuando como refugiada de Irma la gran amiga que me recogió como refugiada esos días me propuso hacer una cremita de auyama casi muero de la felicidad.
Nunca es tan bienvenida una de esas sensaciones de paz como en esos momentos en los que el estrés está a mil y la preocupación a millón.
Basta decir que como todo lo que hace le quedó deliciosa. Su receta está inspirada en la del gran chef venezolano Armando Scannone y adaptada a la vida en el Sur de la Florida y a las necesidades de una vida saludable.
Es perfecta para la noche de Halloween.
1. Kg de auyama – calabaza
8 Tazas de agua
1 Taza de cebolla en pedacitos
1/2 Taza de la parte blanca de un ajoporro (Leek)
1/4 Taza de cebollín
4 Tazas de consomé de carne
1 Cucharada de aceite de oliva
Sal y pimienta al gusto
Crema para batir, crema de queso o queso cottage para servir.