Es fácil indignarse porque Nikolás Cruz pudo comprar la ametralladora semi automática AK-15 para matar a sus ex profesores y compañeros en la secundaria Marjory Stoneman Doubles, en la ciudad de Parkland, al sur de la Florida.
Pero ¿cuándo fue la última vez que te informaste antes de votar cuál era la posición de un político sobre los temas de salud mental o el control de armas? ¿Cuándo fue la última vez que estimulaste a tu hijo a hacerse amigo del niño rarito? ¿Cuándo fue la última vez que donaste dinero a las organizaciones que luchan para que nuestros niños no tengan que vivir ese horror?
No hay duda de quién apretó el gatillo. Tampoco de quién permitió y sigue permitiendo que esas armas estén en la calle. Pero anoche no pude dormir pensando en todo el tiempo que había pasado sin que yo hiciera nada por ayudar a los que luchan contra esta violencia sin sentido.
Después de Sandy Hook (los niños eran de la edad de mi hijo menor) me mobilicé, doné dinero e hice mucho trabajo voluntario, pero la rutina se atraviesa, el cerebro nos hace olvidar. Escuchas de tragedias en otras partes y como no se sienten tan cercanas y uno está realmente abrumado con tanta cosa que está sucediendo, pues ya eso de luchar por el #GunControl pasa a segundo plano.
En el verano pasado trabajé en una campaña para acabar con el estigma de la salud mental. Es una causa que me apasiona y me pega de cerca. Yo estuve por años en las garras de una depresión seria, que afortunadamente no fue crónica, pero pudo serlo. Tengo familiares que la han pasado muy mal por descontrol en su cerebro. Pero no he hecho suficiente.
Me siento responsable. Me siento culpable. Sé que he podido hacer más y tú también.
Cuando leo la historia de Cruz. Como su madre adoptiva tenía que llamar a la policía para que lo calmara a él y a su hermano. Como los vecinos, sus profesores, sus compañeros le temían, no puedo dejar de preguntarme qué habría hecho yo si hubiese estado en su universo. Probablemente nada. Me habría hecho la loca y no hubiese contemplado esta horrible posibilidad más que por un segundo.
Como comunidad tendríamos que haber hecho algo por él antes de que llegara a ese extremo y le robara el futuro a 17 personas, y la alegría a decenas de familias.
¿Dónde estuvo el error? Creo que hubo muchos errores. La escuela debió presentar su caso ante las autoridades. Los vecinos en su momento debieron llamar a Child Protective Services- Obviamente los padres no pudieron con el problema.
Instagram, YouTube y quién sabe en qué otras redes sociales este chico vomitó sus intenciones violentas, debieron bajar los comentarios y las cuentas. El FBI debió buscarlo con más empeño. La cadena de errores ya parece infinita y apenas se ha comenzado a escarbar.
Prevenir estas cosas es tarea de todos. Si te interesa ayudar, aquí hay algunas de las organizaciones que están en la lucha.
Law Center to Prevent Gun Violence
National Alliance on Mental Illness
The American Foundation for Suicide Prevention
Y sobre los políticos, aquí están los que reciben más dinero de la Asociación Nacional del Rifle NRA