My son wanted to face his own fears and it letting him was hell ** Mi hijo quiso enfrentar sus peores miedos y dejarlo fue un infierno

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My son suffers from anxiety and has trouble connecting to people, particularly kids his age. Mi hijo sufre de ansiedad y tiene dificultad para conectar con la gente, especialmente los chicos de su edad.  Socializar le da tanto estrés que tiende a evitarlo…

Socializing is so stressful that he tends to avoid it. However, four months ago he shocked us when showed up  with two permission slips. One was for a day trip to Universal Studios, Orlando – A graduation tradition for middle schoolers in Florida. The other one was for a three day trip to Philadelphia.

“Sure,  good idea, as long as you keep up the good grades,” my husband and I said,  looking calm, like this was nothing unusual. It was an Oscar deserving performance. I had to cover my mouth with my hand, I really couldn’t keep it closed. Even after money was exchanged – quite a lot -, I was sure he was going to balk at the last minute.

But my boy, the same boy who follows a ritual before going to sleep, freaks out when he meets more than one new person at the time and still likes to hold my hand, had decided it was time to learn to be on his own.

It was not easy.

The night before the trip to Universal Studios he threw up.  In the drive to school, his face was multicolored with the tones of somebody super excited or super scared. He was both. “What if nobody talks to me?” he wondered. He is not the friendlier or nicer guy in school, a place that bores and terrifies him in the same measure.  Needless to say, out of the stressing environment of school he was his sweet self and had a blast with a couple of kids he has managed to kind of befriend.

I was OK for that one.

When came the time to send him off to Philadelphia, the one vomiting and unable to sleep was me. I felt worse than that first day of kindergarten, when I had to push him into the school bus.

mati philadelphia

Like then, I was terrified for him. This time, though, I was – am – also in awe of him.  He was facing his fears and anxiety all by himself and was handling it way better than I was.

I’m convinced it would be a challenge for any mother, but I’m a mamá latina. This pushing our kids away for their own good, invoking the gods of winds to help their wings fly higher and farther, that is not how we do things. There was not other Latino kid in that three day trip. Trust me, I asked and it’s not that there is a small Hispanic population in that school. At least 30 per cent have Latin American parents. Luckily, we both medicated our own anxiety with technology. Photos were texted, the “Find my phone” app was in constant use.

He left and has already comeback. Taller, with gifts for his brother – whom he swears he can’t stand – and with the biggest and proud smile on his face. He did it. We did it. Of course, he declared himself “peopled out” and proceeded to hide in his room.  I was glad that he chose to disappear and didn’t see me cry this time with pride.

My son, more than most kids, needs parents that push him out of his and our comfort zone. He needs parents who believe in him and in his abilities to overcome any obstacle that comes his way. I’m convinced that I got the strength to do the right thing from the American culture, that values individuality and self reliance. It does take a village, but this is something he had to do for himself.

Honestly, it was hard and beautiful in equals and so worth it. Nothing beats that feeling that your kid is better, smarter and stronger than you. Nothing. #Proud.

***

Para que mi hijo interactue con gente que no conoce bien hay que prácticamente obligarlo. Sin embargo, hace cuatro meses nos sorprendió cuando llegó del colegio con dos planillas de permisos. Uno era para un paseo de un día a Universal Studios, Orlando – una tradición para los que se están graduando de la escuela intermedia en Florida. La otra era para un viaje de tres días a Filadelfia.

“Sí claro,  puedes ir si mantienes las notas”, le dijimos mi esposo y yo con cara de no pasa nada, que requirió una actuación digna de un Oscar. Hasta me tuve que tapar la boca con la mano. Se me abría involuntariamente del shock. Incluso después de que pagamos, y conste que los viajecitos no salieron nada baratos, yo estaba segura de que se iba a echar para atrás.

Pero mi niño, este mismo niño que sigue un ritual antes de dormir, se asusta cuando conoce a más de una persona a la vez y aun necesita estar cerca de mí cuando salimos, decidió que era hora de salir al mundo.

Cita no te rindasNo fue nada fácil. La noche antes del viaje a Universal Studios vomitó. Yendo a la escuela tenía la cara de varios colores, como le pasa a mucha gente cuando está muy excitada o asustada. Él sentía las dos cosas en gran intensidad. “¿Y si nadie me habla?,” me preguntó. Él no es el chico más amigable o hasta agradable en el colegio, un sitio que lo aburre y lo aterra en la misma medida.  El estrés lo pone a la defensiva, pero fuera de la escuela es un adolescente dulce y atípicamente maduro. Obviamente, fue ese lado el que demostró en el parque, porque se estaba divirtiendo. Yo nunca lo dudé, así que lo había mandado tranquila.

Sin embargo, cuando llegó el día de ir a Filadelfia, la que estaba vomitando y con dificultad para dormir era yo. Me sentía peor que aquel primer día de Kindergarten, en el que me tocó empujarlo dentro del autobús. Los dos llorando.

Igual que entonces, estaba angustiada por él. Sin embargo, esta vez también sentí una gran admiración. Él afrontó sus miedos y ansiedad solito y manejó el tema mucho mejor que yo.

Estoy segura de que habría sido un reto para cualquier madre, pero para una mamá latina tradicional fue un infierno. Eso de empujar a los hijos lejos de uno por su propio bien, invocar a los dioses de los vientos para que ayuden a que sus alas remonten vuelo alto y lejos, no es parte de nuestra cultura. Para muestra un botón, no había otro chico latino en el viaje. Créeme, pregunté, y no es que en la escuela haya pocos hispanos. Al menos 30 por ciento son de ascendencia latinoamericana.

Afortunadamente, ambos medicamos nuestra ansiedad con tecnología. Como buen hijo de bloguera, me mandó fotos constantemente, ¡hasta de comida! También hice buen uso de la aplicación “find my phone”, lo confieso.

Ya regresó, con regalos para su hermano – a quien jura que no soporta- y con una sonrisa gigante. ¡Lo logró! ¡Lo logramos! Claro, pasó dos días encerrado desintoxicándose de tantos estímulos.

Más que otros niños, mi hijo necesita que sus papás le saquen y nos salgamos de lo que se siente cómodo. Necesita papás que crean en él y en sus habilidades de superar cualquier obstáculo que le ponga la vida. Estoy convencida de que yo habría sufrido mucho más si no estuviese viviendo en una cultura como la estadounidense, que valora la individualidad y el valerse por sí mismo. Sí la comunidad es necesario, pero esto era algo que él tenía que hacer por sí mismo.

Para ser totalmente honesta, la experiencia fue tan difícil como hermosa. Nada supera ver como tu hijo es mejor, más inteligente y más fuerte que tú. Nada. #Orgullosa.

Mati tall may 2016

 

 

 

 

 

 

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